A lo largo de estos años los derechos se fueron ampliando, la inclusión creció a pasos agigantados. Lo que antes era un tabú, ahora esta a la agenda del día. Lo que antes era impensado, ahora es una realidad. Pues a partir de que en el 2012 se sancionó la Ley de Identidad de Género las personas pueden elegir qué es lo que quieren ser, pueden decidir sobre su propia identidad. Tal fue el caso de Luana, la primera nena trans. Gabriela Mansilla, la mamá y autora del libro Yo Nena, Yo princesa, dialogó con Abramos La Boca y aseguró que la lucha por obtener el nuevo DNI le llevó un año.
“No fui a pedir, ni salí a pedir algo que no correspondía. En este país se sancionó una ley, que es la Ley de Identidad de Género. Por el solo pedido, una persona mayor, que se autopercibe al género opuesto al que nació, puede ir al registro civil, llenar un formulario y con su consentimiento cambiarse la identidad. En el caso de los menores de 14 años mientras vayan acompañados de sus padres y un representante legal y den el consentimiento de que desean pertenecer al género opuesto ya es suficiente. Aún así me negaron el DNI. Y tuve un año para esperar el recurso de amparo. Me pedían que judicialice algo que no tenía que judicializar”, declaró Mansilla. Y agregó: “Cuando uno va a pedir un cambio de género no hace falta ningún juez, no hacen falta abogados ni ningún informe psiquiátrico, es sólo el pedido de la persona. Pero como Luana era menor nadie se quería arriesgar”.
Pese a su corta edad, Luana no se achicó y batalló como una guerrera con tal de conseguir aquello que tanto anhelaba. Desde un principio tuvo claro su objetivo y, ni bien pudo, lo expresó a través de las palabras. “Al principio no entendía. No sabía lo que estaba diciendo, pensé que estaba jugando. El tema es que ese juego y esas frases que ella me decía las acompañaba con muchas situaciones. Tenía problemas físicos. A Luana se le caía el pelo, no podía dormir, sufría pesadillas todas las noches. Se agredía el cuerpo, se daba la cabeza contra la pared. Había una manifestación constante de demostrarme que no estaba cómoda en el género en que se encontraba”, confesó Gabriela, para luego remarcar que su hija “hace tres años lleva una vida de nena trans”.
A su vez, la autora del libro Yo nena, yo princesa despejó toda clase de dudas y se mostró segura con la decisión tomada: ”Un niño no puede jugar y encapricharse con una situación durante cinco años. No es que jugaba y se encaprichaba acá, en mi casa, y me decía a mi sola soy una nena. Este niño quería salir a la calle vestido de nena, quería juguetes de nena, quería que lo llamen como una nena e ir a la escuela como una nena”.
Finalmente, tras contar su vivencia y lo difícil que le resultó afrontar el rechazo de la sociedad, de una sociedad que todavía le cuesta aceptar que existen nenes y nenas trans, Gabriela Mansilla sentenció “Luana no es la única que pudo a esta edad decir yo no soy esta o yo no soy este. El problema radica en que muchas fueron y son ignoradas”.
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