Desde la contratapa de libro se puede leer esta curiosa y posiblemente arbitraria idea acerca de las mujeres, sus períodos y edades: “Una de las teorías de Oberdán Rocamora es que las mujeres son primaverales hasta los 22 años, luego entran en su etapa veraniega, un período que culmina alrededor de los 43, para darle paso a la fase otoñal, que termina aproximadamente a los 62 años”. A partir de aquí hay un espacio en el que cada uno puede sacar conclusiones acerca de los que pueden esconder las páginas que siguen.
La historia se centra en Rodolfo, un escritor sudamericano residente en París y que tiene un particular éxito y predilección por la “Otoñales” a las que alude el título. En esa curiosa galería de personajes femeninos con rasgos en común (mujeres bellas, profesionales e independientes), dueñas ellas de particulares rituales e idearios amatorios y que no están dispuesta ceder su posición aun cuando esperan ansiosas cada encuentro. Las fantasías en torno a sus relaciones se nutren considerando el exotismo por el lugar de origen y la profesión del Amante.
Una de ellas por ejemplo, es una romántica admiradora de las revoluciones sudamericanas (no es difícil entender la debilidad que motivó su elección) y funde su amor a causas en las que Rodolfo no cree y jamás estaría dispuesto a defender.
Entre ellas se debate el amante latino, siempre predispuesto a un encuentro y reacio a cualquier instancia que implique compromiso. Siendo un hábil conocedor del universo femenino, sabe colmar sus deseos y expectativas aun cuando no esté dispuesto a cumplir nada de lo prometido. Rodolfo es un dandy, un personaje adicto a la buena vida y con un peculiar sentido de la libertad, que piensa defender con astucia y cinismo.
Esta novela publicitada como “la esperada novela erótica de Jorge Asís” es en verdad un ejercicio de estilo, Asís toma distancia de las detalladas descripciones (que abundan es este tipo de trabajos), se aleja de las formas y estilos que se acerquen a lo explícito. El libro fue escrito en dos etapas, la primera de ellas en París en el transcurrir del año 1994, con una prosa demasiado prolija y carente de frescura; para dar paso a una segunda etapa dividida entre París, Ámsterdam y Buenos Aires en 2013, en donde vuelve a aparecer en su escritura la mordacidad, el sarcasmo, la cuota de humor negro que caracterizan sus mejores obras.
“Dulces Otoñales” no es uno de sus mejores trabajos, pero ofrece una lectura elegante, leve y divertida. Un buen entretenimiento.
FIL / GF / RG
* Fernando Infante Lima – Feos, Sucios y Malas / Radio Gráfica