Cuando se discute el valor del programa “Fútbol para todos”, rápidamente nos damos cuenta para quién estamos jugando. Fútbol para todos es mucho más que transmitir partidos de balompié. Eso hace Fox Sports con las ligas europeas. Convengamos que el fútbol argentino es mucho más que eso.
No inocentemente, en el párrafo anterior usé el sinónimo español de fútbol para referirme a este deporte. Lo hice para demostrar por qué, en Argentina, fútbol adquiere otra complejidad. El contenido social, político e ideológico implícito en el concepto fútbol es mucho más denso. No por nada el fútbol está tan presente en la cultura popular del país. Y atraviesa todas las clases sociales. Fútbol para todos es el vehículo para democratizar todo lo que contiene el concepto fútbol. De ahí su característica de pieza codiciada.
Nos preguntamos por qué Fútbol para todos recibe tantas críticas. Llama la atención que nadie nunca armó un panel para discutir Fútbol de primera, por ejemplo. Ni recibió las críticas y juzgamientos de los diarios, noticieros y programas políticos de mayor alcance. Si había una oposición a ese modelo de televisación del fútbol, era tan marginal y solitaria, que se la reconoce como epopeya. Esa condición heroica la encarnó Víctor Hugo Morales.
Ojo, discutir si es mejorable el programa es válido. Fútbol para todos, como toda creación humana, es mejorable. Un tópico de esa discusión radica en si debiera abrirse o no a la publicidad privada. En lo personal, prefiero que no la tenga. Considero a Fútbol para todos un bastión de la lucha contra los monopolios mediáticos. Y esa bandera no puede quedar a merced de la empresa privada, un exitoso productor de espectáculos y el grupo de medios que quiere volver a hacer lo que ya sabemos que sabe hacer. Ya volveremos sobre este asunto.
El problema del debate en torno a Fútbol para todos se engendra en aquellas observaciones que generalmente se ocultan bajo el manto de la crítica bienintencionada, cuando el objetivo es otro. Soy consciente que muchas opiniones parten de la buena leche. Solo advierto que detrás de esta discusión se esconden los intereses de personajes nefastos que saben que hay en Fútbol para todos un público cautivo apetecible para hacer negocios y lobby*.
Despojar a Fútbol para todos de su dimensión política es el primer paso para entregar el programa al poder empresarial. Porque el poder empresarial necesita agentes acríticos que realicen el trabajo en silencio. Quitar del camino a Apo, Vicente, Araujo y Ricardo respondía a ese objetivo.
Ya lo dije: mejorar el programa es atendible. Desvirtuar su valor cultural, democratizante, inclusivo, de reconocimiento de derechos que está en el núcleo de Fútbol para todos apunta a su mercantilización.
Es así como la defensa de este Fútbol para todos se transforma en una causa popular. Significa, ante todo, defender una concepción de política cultural y social que se sostiene por todos/as y es para todos/as. Entregarlo a las empresas y los empresarios es entregar una política pública verdaderamente democrática y federal a los intereses del sector privado, con todo lo que ello implica.
*En esa línea, si seguimos tirando de la soga, a lo mejor lleguemos a Venezuela. No por nada Víctor Hugo y el Diego salieron a jugar en esa cancha.
(*) Mariano Iñiguez – Periodista de Feos, Sucios y Malas