Leandro Santoro, candidato a vicejefe de gobierno porteño por el FPV, militante del radicalismo, visitó Los Domingos no son Puro Cuento.
Consultado por Mario Sadras y Juan Kirchner, el referente de Los Irrompibles, puntualizó: “No me costó ingresar al peronismo. Es una línea abarcadora de éste proceso político. Nosotros planteamos una diferencia entre matriz ideológica y cultural. La ideología de Los Irrompibles es de izquierda gramsciana. La cultural – por una cuestión etárea – está ligada al fútbol y al rock. Me parece que La Cámpora y muchas organizaciones peronistas tuvieron muchas conexiones con esos puntos de cultura y cohesión. Escuchamos la misma música, usamos la misma ropa y leemos los mismos libros. Compartimos expectativas de vida y la misma sensibilidad. Yo me siento cómodo, no transpolado. Me siento más cómodo acá que en el radicalismo. Será porque se han dado procesos de despolitización dentro del radicalismo muy profundos. Donde predominan caretas de trajes caros y tipos importantes que se alejan de los militancia como compromiso de vida”
En relación con la alianza UCR-PRO, Santoro analizó: “Hay una construcción de hegemonía, que es un concepto intelectual y cultural. Desde los grandes medios se homogeneizó el sentido común. El kirchnerismo fue la corriente contracultural que derrotó tabúes. Hoy, el radicalismo se menemizó. Para desgracia del radicalismo, el quiebre fue hace cuarenta años. El alfonsinismo fue la superación del balbinismo acercándolo al yrigoyenismo. El radical PRO no es radical, porque no tienen nada que ver con el yrigoyenismo. El radicalismo nació con tres revoluciones armadas que no tienen nada que ver con los tecnócratas del mercado. Es un debate tardío para dar. Los Irrompibles no participamos en la convención de Gualeguaychú. Hay una generación dentro del radicalismo que necesita poder para sentirse vivos. Entienden a la politica hiperprofesionalizada con una concepción muy diferente a nosotros y por eso las cagadas que se mandan”.
En relación con la militancia radical, Santoro realizó una interesante caracterización generacional: “yo lo explico así. Hubo una generación que la mataron, fue en los setenta. Otra, en los ochenta, que quebraron. Fueron los cuadros más lúcidos del radicalismo, defraudados por la salida del alfonsinismo. La generación siguente, los noventa, la compraron. Fue el Grupo Sushi. La cuarta generación son los actuales convencidos. La aparición de Néstor Kirchner fue el quiebre. Le mandó un mensaje a una sociedad politizada pero despartidizada. Con su muerte cambió la morfología del mapa político. Yo milité los noventas y recuerdo estar solo dentro del radicalismo. No había compañeros dentro de otras organizaciones”.
Ante la consulta de porqué Mauricio Macri gobierna la ciudad, el candidato a vicejefe de gobierno porteño arriesgó: “Porque el poder es de derecha. Nosotros no tenemos cierto pudor por el poder. Construimos contra-poder porque el mismo es dominación, acumulación capitalista y expansión imperialista. En la ciudad está instalada una cultura PRO. Las dos mejores lecturas políticas de la crisis de 2001 fueron de Néstor y Macri. Dos lecturas variadas. Nuevas prácticas y simbologías. La vinculación fútbol y masas de Macri es inteligentísima. Nosotros reflexionamos, militamos la duda. Ellos simplificaron todo. Ser de izquierda, del peronismo revolucionario o radical yrigoyenista es rompebolas. Tenemos que tener en cuenta eso. Son batallas culturales permanentes. También el crecimiento económico provocó que las elecciones ganen las continuidades. El crecimiento de la ciudad multiplicó el presupuesto por cuatro desde la época de Ibarra. El PRO se constituyó en partido político bifronte. Por un lado punteril y por otro dueño de una enorme estrategia de superprofesionalización del marketing político”.
Finalmente, Santoro aseveró: “El porteño vota con perspectiva nacional. Tiene su explicación. Los medios nacionales residen en la ciudad. ¿Cual es el metamensaje de Clarín? Cristina es una yegua y si la odias tenés que votar a Macri. Es la construcción simbólica de una realidad perversa. Una ciudad en la cual el ciudadano es usuario de servicios y ellos provedores. Para nosotros el ciudadano tiene un rol activo, protagonista de la vida social. Ellos trabajan la democracia delegativa, nosotros la participativa”.
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